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La Técnica como saber

Trabajo desarrollado para el Bienio Propedéutico de Filosofía que estoy realizando en línea en la ULIA (Universidad Libre de las Américas).


La técnica es el saber práctico, saber cómo hacer los instrumentos ideados por la ciencia, externalizar la realidad intramental. En principio debe estar orientada al servicio de la vida humana. Debe tener fines éticos y antropológicos que la orienten. Pero la tecnologización de la sociedad es un fenómeno irreversible. Nos despertamos y nos dormimos con artefactos artificiales.


En la evolución de la técnica hay 4 revoluciones industriales: la energía hidráulica, luego la eléctrica, siguió la energía atómica, y la electrónica. La que vivimos actualmente es la informática y la ciber física. Aparecieron también la ingeniería informática, la bioingeniería genética. El nivel más elevado del control racional es la inteligencia artificial.


Existe una tendencia al cientificismo y al tecnologismo. Un endiosamiento de estos saberes que se transforman en fines y no en medios para facilitar la vida humana. Se confía totalmente en su avance ilimitado y se prescinde de la visión antropológica y metafísica. En todo caso podría hablarse de una antropología materialista. La ciencia y la técnica no tienen en sí mismas una ética. Por eso hace falta un Comité de ética de investigación y una educación antropológica a los técnicos.


Las consecuencias negativas del avance de las ciencias y las tecnologías son los daños al planeta y a los seres vivos. Contaminación del aire, del agua, agrotóxicos con el cáncer asociado, contaminación del suelo con plásticos, derivados del petróleo, desechos electrónicos y atómicos. Pero no se puede negar los beneficios de la tecnología científica, el descubrimiento de los antibióticos, del suero oral, de las vacunas, de los medicamentos complejos para el cáncer.


En el aspecto moral, el descubrimiento de la anticoncepción artificial trajo consigo la sexualidad sin limítes, la provocacion de abortos por medio de comprimidos orales, la eutanasia y el suicidio asistido por drogas bien regladas. Las técnicas de fertilización in vitro trajeron consigo el diagnóstico pre implantatorio y el descarte de embriones. La ecografía obstétrica detecta malformaciones no deseadas y consecuentemente descartadas.


Este avance no se detuvo ante la vida. Es posible la manipulación genética, regulación del psiquismo, la búsqueda de su mejoramiento, el transhumano. Se podría hasta implantar en el cerebro aparatos informáticos conectados por biotecnología y ampliar así su funcionamiento y su rendimiento. Tendríamos así un transhumano. Se podrá tal vez controlar o dictar la conducta de este ser transformado. Pero la vida es algo inmaterial, inmanente, es el alma que la determina. Y en este punto el hombre ni la máquina puede superar a la Inteligencia que la ha ideado.


Hoy mismo los gigantes de la informática, como Google, Facebook, Twitter, pueden “conocer” nuestro perfil de búsquedas y preferencias. Pueden tener un “control” de la población que accede a estos medios. Pueden ofrecernos todo tipo de ofertas artísticas, culturales, filosóficas, ideológicas que tengan afinidad con cada uno de nosotros. Pueden sugerirnos empleos, parejas, opciones en la vida. Pero en países totalitarios, como China, Irán, Afganistán, podrían dictar lo permitido y no permitido a la población entera. Evidentemente ante estas posibilidades estamos ante un cambio de era.


Es necesario que se imponga alguna razón política, un límite a la intromisión en las personas. No se trata de rechazar la IA de modo radical, sino de desarrollarla con una intención de mejorar la vida humana pero no someterla o subyugarla. Hay que salvaguardar la libertad de las personas, sus decisiones personales, su bienestar físico y moral.


Hay países desarrollados que quieren frenar este avance hasta que al menos se establezcan algunas reglas consensuadas por estas grandes empresas y los estados.


Ya hay mucha manipulación genética en la agricultura y en la obtención de una ganadería más rentable. Pero esta manipulación en el hombre equivaldría a competir con el Creador que dota al ser humano de una alma inmortal.


Ante todo esto que se nos viene debemos educar a los científicos y a los técnicos en una antropología filosófica, en una bioética personalista. Pero esto está lejos de ser posible a tiempo.


Comentario: con el apoyo que estoy recibiendo de estas lecciones de filosofía estoy madurando la convicción que tenía sobre el sustrato orgánico del homo sapiens, el genoma humano. Esta diferencia del 2% que tenemos con respecto al chimpancé no explica el abismo entre los dos seres. Ambos poseemos el genoma de un cuerpo y seguramente los chimpancés también tienen un psiquismo de mono. Pero ahora quiero creer que fue la infusión de un alma humana la que nos transformó, la que hizo la diferencia abismal. En el cristianismo podemos vislumbrar una explicación, al haber insuflado Dios en las narices del hombre un espíritu de vida.


No habrá nunca ciencia ni técnica para transmitir un alma al robot ni modificar el alma de un supuesto transhumano.


Hoy mismo los gigantes de la informática, como Google, Facebook, Twitter, pueden “conocer” nuestro perfil de búsquedas y preferencias. Pueden tener un “control” de la población que accede a estos medios.
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