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La antropología filosófica

Actualizado: 25 abr 2023

Trabajo desarrollado para el Bienio Propedéutico de Filosofía que estoy realizando en línea en la ULIA (Universidad Libre de las Américas).



1. Una de las problemáticas de la actualidad: la desdiferenciación de sexos. ¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno?. “La nueva gnosis como negación de las diferencias ontológicas y de las deficiencias inevitables”.


Algunas ideas aclaratorias para empezar.

Ya en el siglo XVII Descartes habla de la razón y la matematización: la comprensión de la naturaleza necesita de las matemáticas. A la larga, esto resulta incompatible con la idea de Dios que podría ser sustituído por esta disciplina.

El gnosticismo es la doctrina de la salvación por medio del conocimiento. Propugna una fe ciega en el poder de la ciencia. Es un movimiento antiteísta, niega la creación aunque cree que ella puede ser mejorada y aún superada mediante la técnica, inclusive en el plano humano. Nacen así las ideas de transhumanismo y posthumanismo. Ya en el siglo XIX se comienza a hablar de la muerte de Dios con Nietzsche y en el siglo XX se lo da por sentado con Sartre.

Agnosticismo es la actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia.


En el siglo XX comienza a hablarse de la reducción de lo real a la información, la negación de la conciencia moral y se da rienda suelta a los impulsos.


Peter Singer comienza a equiparar a los simios con el hombre, e incluso a negar la humanidad de los no conscientes. Los niños pequeños no serían humanos. Y algunos simios pueden serlo.


El dataísmo y la reducción informática (Google, Facebook) dan al hombre un complejo de inferioridad y lo reducen a simple información genética y pretenden que lo humano puede entonces ser modificado (y mejorado) por la manipulación genética, la nanotecnología y la robótica. Finalmente, lo humano puede ser desechado y sustituido.


El dataísmo no distingue la información del conocimiento ni de la sabiduría. También ignora lo emocional. El cuerpo humano de carbono es obsoleto pues es muy frágil y está expuesto a la enfermedad, al dolor y al sufrimiento, aunque en realidad se sufre en el espíritu.


No distingue tampoco la diferencia biológica de los sexos; uno puede elegir en su imaginario por lo menos el género, el rol que quiere otorgarle a su constitución material. Y esto se extiende al rechazo de la familia y a la procreación natural, con su lotería genética a veces no deseada. Prefiere controlar la calidad y evitar los defectos y el sufrimiento. Entramos entonces en una ideología de género.


Llega el hombre a negar lo ontológico y considerar lo creado por él, a través de la ciencia y tecnología, superior a él mismo, convirtiéndose en un nuevo creador, aunque lo que crea son máquinas como robots y cyborgs, seres no biológicos o post biológicos.


Además se pretende copiar la matriz sináptica de un individuo y plasmarla en la máquina, así el ser biológico podría migrar a la máquina y hacerse prácticamente inmortal. Además podría uno viajar a sistemas solares a años luz sin los inconvenientes de la biología que tiene su propio reloj existencial, necesitando oxígeno y el intercambio del carbono con el medio ambiente (le ingresa carbono con los alimentos y lo expulsa a través de la respiración). Se pretende suprimir el envejecimiento, las enfermedades, reconstruyendo a través de la técnica y la inteligencia artificial un cuerpo superior y hasta incorruptible. Hoy día esto está en el límite del delirio.



2. Opinión personal de este hecho.

Esta aventura de emancipación del hombre de su Creador es vieja como el pecado original. El hombre se revela ante las normas de Dios y quiere hacer su existencia “A mi manera”, como dice la canción de Vicente Fernández, difundida por Paul Anka como “My way”. Pero aquí llegamos más lejos, no hay arrepentimiento frente a Dios que se pasea por el jardín. Lejos de eso. El hombre declara la muerte de Dios y pretende asumir el mando. Tiene la razón y va adquiriendo conocimiento a través de las matemáticas, la ciencia y la tecnología, pero negando su ontología, su dependencia del medio ambiente. Nacen los conceptos de modificarse y mejorarse a sí mismo, el transhumanismo. Va más lejos y pretende percibir una obra suya mejor a sí mismo, el posthumanismo.


En este camino de rebeldía va negando la realidad biológica, las diferencias de los sexos y se construye más bien géneros, el rol que a cada uno le interese jugar en el escenario de la vida. La reproducción no necesitaría del acto sexual, ya que la fecundación puede realizarse de manera extracorpórea y la gestación en máquinas apropiadas.


Lo más grave de todo esto es que los organismos planetarios quieren imponer sistemas educativos basados en estos conceptos. Los niños crecerían con estas ideas integradas a su modo de pensar y les parecería lo más democrático y respetuoso de la dignidad humana. En realidad, se transtocarían los valores y nacería un mundo caótico.


El desprecio gnóstico de la creación ha desplazado del centro al hombre y la mujer y ha colocado en su lugar al conocimiento técnico científico, a la máquina, al dinero. Esto nos llevará sin dudas a la deshumanización. Laudato si, habla justamente de lo contrario.


Viktor Frankl habla de la tríada trágica, de la que ningún hombre puede escapar; el sufrimiento, la culpa y la muerte. Él propone responder ante situaciones límites con los valores de actitud, es decir, buscar el sentido a este destino inevitable. Buscar un sentido al sufrimiento, un para qué seguir viviendo.


Llega el hombre a negar lo ontológico y considerar lo creado por él, a través de la ciencia y tecnología, superior a él mismo, convirtiéndose en un nuevo creador, aunque lo que crea son máquinas como robots y cyborgs, seres no biológicos o post biológicos.
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