Una mirada a las ideas de Karl Marx (alrededor de 1850)
- Prof. Enrique de Mestral
- 2 feb 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 abr 2023
Debo reconocer que me quemaban un poco los dedos al transcribir ideas del libro “De Sócrates a Sartre” (de T.Z. Lavine). Se trata de una obra magistral que analiza los filósofos que cambiaron el mundo, cada uno en su época. Las ideas de los filósofos anteriores eran necesarias para el crecimiento, enriquecimiento y para seguir construyendo la filosofía.
Quise estudiar brevemente al filósofo Marx para conocer las ideas de alguien que cambió el mundo, por lo menos por un siglo, al convencer a pequeños grupos que movieron enormes masas de descontentos en busca de una solución a la injusticia, y la historia mostró que realmente ese no era el camino. También ocurrió algo semejante con la Revolución francesa al traerles luego un gobierno del terror, y luego los nazis con los desbordes que conocemos.
Hegel, alrededor de 1800, principal ideario de Marx, ya decía que el poder absoluto reside en el estado y tiene autoridad moral sobre el individuo. La historia humana es un progreso del espíritu finito a la conciencia de la libertad.
Según Marx, la última arma para cambiar el mundo será el poder del proletariado. Lo que debe realizarse es una revolución mundial contra las condiciones actuales y hacer un mundo donde el hombre pueda vivir como Dios. Se debe implementar una crítica despiadada como instrumento político. Se debe implementar la división del trabajo, la lucha y toma de conciencia de clases, y destronar al capitalismo. Este capitalismo degrada a la persona al reducir al hombre a un trabajo animal para apenas satisfacer sus necesidades físicas. En este mundo capitalista tanto el amo como el esclavo están atados a la codicia. La codicia ha sido el motor de toda la historia, alienando al hombre de su esencia y deshumanizándolo. El curso mismo de la historia muestra una creciente despersonalización. Pero el hombre puede liberarse de la alienación producida por el dinero haciendo una revolución mundial y suprimiendo la totalidad de la propiedad privada. Habría que poner fin también al estado, la familia, la ley, la religión, la moralidad. Con estas instituciones el hombre vive una vida enajenada, hasta que venga la liberación por el mundo comunista que tiene que venir.
Los animales se contentan con lo que provee la naturaleza. El hombre tiene que trabajar esta naturaleza para darse los bienes que necesita. Apenas llena sus necesidades, se crea otras nuevas. El hombre produce pues sus necesidades.
La división especializada del trabajo restringe al obrero a una actividad de la cual no hay salida de modo a completar su desarrollo. La división del trabajo condena a cualquier actividad, incluso a los recursos humanos superiores a una vida restringida a sus especialidades. La relación entre humanos se convierte en una relación productiva en la sociedad. El trabajo del obrero es apropiado por el amo no productivo. Estas dos clases están en relación amo-esclavo. La lucha de clases es inevitable en esta situación.
En su crítica al cristianismo dice que los cristianos están llamados a la obediencia a la palabra de Dios, al seguimiento de Cristo como modelo. Estas ideas que parece tienen sólo un fin espiritual, en realidad siembran en la sociedad un quietismo y obediencia pacífica a los líderes seculares, que además son santificados por Dios. Concluye que la religión es el opio del mundo.
El mundo comercial actual es una religión de adoración al dinero que lo asocia con el judaísmo. El dinero es la esencia alienada del trabajo del hombre y de su mismo ser. El producto de su trabajo no es suyo sino es utilizado por el empresario o capitalista. Y cuanto más produzca, menos valor tendrá su trabajo. Y él recibe un salario para una vida a nivel animal, comida, vivienda y sexo. El dinero es el valor de todas las cosas.
La divinidad semejante a Dios aún no ha sido realizada.
El Capitalismo consiste en que pocos hombres tienen en sus manos la producción y la propiedad privada y utilizan a los obreros que no tienen otra cosa que su poder laboral. La diferencia entre lo que debe pagar al obrero y el valor de lo que vende es lo que constituye su ganancia. Cualquier crisis en el mercado traerá más pobreza, hambre y agrandamiento de la clase proletaria y así ésta se volverá revolucionaria.
La clase capitalista (la burguesía) es la mayor revolución que transformó la producción industrial, el mercado. Nada de lo humano tiene valor sino su valor económico. Los grandes capitales avasallan al almacén de la esquina. La clase esclavizada debe ser liberada. Y gracias a las leyes dialécticas de la historia esto se hará realidad. Hay que destruir los cimientos económicos utilizando las pasiones de las masas oprimidas.
En el mundo comunista a venir no habría propiedad privada, ni división del trabajo, ni conflicto de clases, ni explotación, ni alienación, ni instituciones esclavizantes como la familia, la moralidad, las leyes, el estado, ni ideologías. Esto sólo se conseguiría con una revolución comunista, derrocando todas las condiciones sociales. Los pobres no tienen nada que perder; tienen el mundo a ganar. Para el comunismo crudo, la cultura ni la civilización tienen sentido.
Esta visión del mundo a venir es una fantasía donde el hombre llegará a existir en armonía consigo mismo y con el mundo. Una especie de paraíso religioso.
Contrariamente a lo que predijo Marx, el capitalismo no desapareció, pero supo adaptarse y el estado se ha vuelto más solidario. Además, el comunismo sólo prendió en países pobres como Rusia y sus dependencias, China, África y varios países de América latina.

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