Trabajo desarrollado para el Bienio Propedéutico de Filosofía que estoy realizando en línea en la ULIA (Universidad Libre de las Américas).
El planeta Tierra se formó hace 4.500 millones de años. Tiene pues un tercio del tiempo del universo, fue enfriándose hasta que pudo aparecer el carbono y con ello las moléculas pudieron complejizarse, y la vida llegó a ser una posibilidad. A una distancia ideal del sol se hace posible el agua líquida y una atmósfera (Physical review letters).
La vida aparece en el fondo marino con moléculas orgánicas, simples aminoácidos, fosfolípidos, vapor de agua, dióxido de carbono y nitrógeno. Aparecen luego moléculas más complejas como los polímeros, las proteínas, los ácidos nucleicos y las bacterias. Los vegetales provistos de clorofila aparecen hace 420 millones de años. Más tarde aparece la vida animal que debe nutrirse de otros seres vivos. El género homo (homo australopithecus, hábilis, erectus, faber, ya aparecen hace 6 millones de años. Los neandertales ya eran contemporáneos y fueron exterminados por el homo sapiens sapiens que aparece hace sólo 200.000 años. Toda esta historia evolutiva está estrechamente relacionada con los cambios del medio ambiente.
Parecería ser que Dios haya impreso unas leyes a la Naturaleza para ir ensayando de lo más simple a lo complejo. Y viniendo todo de un mismo tronco, tuvo que haber habido mutaciones que fueron dando los cambios de unos a otros. De este tronco común emergieron los peces, los reptiles, las aves, los mamíferos. Lo más extraordinario es la formación del hombre con conciencia de sí mismo, de su finitud, de razón, de discernimiento moral y de un espíritu que busca la trascendencia. Es mucho esto partiendo de seres unicelulares. Pero es seguro que hemos salido de esta sabia evolución formada del lodo de la tierra.
Si bien el ser humano comparte el 98% del genoma, la anatomía, fisiología, patologías de sus parientes más cercanos, los chimpancés, hay en el hombre más que biología, hay un espíritu. Sólo el hombre puede preocuparse y ocuparse del otro. Ese trato con el otro y con la comunidad genera la ética. Esto no tienen los animales, aunque pueda verse en grupos como las colmenas de abejas o las hormigas cómo trabajan juntas y se dividen las tareas.
Para hacerse presente y participar en la comunidad, el hombre necesita de un cuerpo. Notemos que, el mismo Hijo de Dios tuvo que encarnarse para poner su tienda entre nosotros y poder morir en la cruz a través de su cuerpo, pues Dios no puede morir.
El cuerpo, siendo parte de la persona humana, tiene su dignidad y puede servir para expresar el amor en la vida esponsal y transmitir la vida, educar, humanizar al nuevo ser.
El ser humano tiene una indigencia biológica y necesita de los demás para proteger su vida y su dignidad. Necesita pues de la medicina, de la educación, de normas que eviten el daño, del derecho.
Ya en la antigüedad se eliminaban a los seres imperfectos, se los abandonaba en la huída forzosa de las guerras, y ocurrían también episodios violentísimos, como los sacrificios humanos, el canibalismo ritual. Últimamente, el aborto está entrando en las legislaciones de la mayoría de los países del mundo, la eugenesia, a partir de los estudios genómicos como el descarte de embriones en la fertilización in vitro, la ingeniería genética podrá tal vez conseguir especies con capacidades sobrehumanas. La ideología nazi quiso eliminar a los hombres menos perfectos. Ideologías como la de género, pretende negar la realidad e introducir en la legislación el reconocimiento legal de los cambios que se pretenden como si fuesen una realidad extramental.
Hay corrientes en Bioética que cuestionan el ser persona del cigoto, el embrión, el feto y aún el recién nacido. Esta ética utilitarista les permite a sus seguidores la investigación con embriones, su eliminación, su descarte. Pero surge un cuestionamiento: Si hoy soy persona, lo tuve que haber sido desde un principio, pues no se puede ser primero cosa y después persona. Hay allí una contradicción de la lógica misma.
La ciencia necesita de la ética, de una bioética en el campo de la vida y la salud, que posibilite una confrontación de las posibilidades ofrecidas por la ciencia frente a los valores humanos. La ética de la investigación protege a los participantes, exige el consentimiento informado y explicado para que éstos puedan asumir riesgos proporcionados y cuyos beneficios pretendidos sean mayores que los riesgos a correr. Se necesita una ecología sustentable, la educación en el respeto a la casa común, que alberga a toda vida e hizo posible en estos últimos 3.000 millones de años una evolución de la vida que culmina en el ser humano. Según Teilhard de Chardin en el Fenómeno humano, el hombre sigue en su desarrollo y que en realidad, la perfección se logra en el encuentro con Dios.
Ciertamente que en el texto se citan conceptos como el ser persona, la razón, el discernimiento ético, la búsqueda de la trascendencia, la ecología sustentable, que iremos seguramente aclarando durante el bienio.
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